PóEntre las muchas cosas que he dicho en contra de la delincuencia, es que la misma no puede encontrar resquebrajamiento alguno en la autoridad que la enfrenta, ni división y mucho menos exclusiones de sectores que deberían estar envueltos en el asunto de la prevención. Esto es sencillamente así, porque la delincuencia y el crimen se harán de un espacio en cualquiera de esas debilidades por donde penetrarán arrastrando parte de la autoridad.
He mantenido como precepto básico desde el 1996, que la delincuencia y el crimen hay que combatirlos de manera multidimensional y atacando todas sus facetas; desde la simple ratería, hasta los actos delictivos y crímenes más sofisticados que se producen en el país. No puede haber exclusión ni excepciones, pues estas dejan entrever una debilidad de la autoridad y la justicia, que aprovecha aviesamente el crimen y la delincuencia para tratar de desmoralizar a los que estamos obligados a combatirle; y a veces, desafortunadamente, hasta lo logran.
He visto con buenos ojos, y en todas mis intervenciones, tanto radiales como televisivas, he defendido la conformación de los planes en contra del crimen y la delincuencia: el llamado “Plan de Seguridad Democrática”, del Presidente Fernández; el “Plan de Seguridad Turística”, del Alcalde Salcedo; así como el “Plan Integral de Seguridad Ciudadana” del Presidente Medina. No me cabe duda que todos tienen las mejores intenciones y en ellos se han puesto los mejores esfuerzos.
Por lógica se que todos eso planes deben ser mayormente de prevención. Como por ejemplo, buscar la satisfacción de las necesidades de la gente que pueden convertirse en disgustos profundos y que pudieren terminar en hechos delictivos. Sé que deben contener una enseñanza constante a la población en lo relativo a la prudencia y la prevención, y de cómo se puede evitar al máximo ser víctima. Y por último, pero como base principal del plan, me imagino que se procura una acción conjunta y coordinada de todos los sectores que puedan incidir en contra de ese flagelo para lograr una ciudad segura.
En mis más de 40 años en la seguridad privada, siempre me he sentido ser un ente a disposición de las autoridades policiales y militares en contra del crimen y la delincuencia. Sin embargo, yo no soy una excepción, pues los más de 36,000 hombres que trabajan en la seguridad privada, tanto los propietarios de las empresas, como los niveles medios de mando o de dirección, así como todos los guardianes, tienen ese mismo sentimiento. Nos consideramos, sin que se nos haya utilizado jamás, como el brazo largo con que cuentan las autoridades para lograr sus fines de prevención en contra de la delincuencia.
Si consideramos que las empresas de seguridad privada, que están debidamente supervisadas por la Superintendencia de Seguridad Privada del Ministerio de las Fuerzas Armadas, tienen más de 500 vehículos patrullando la ciudad diariamente, si poseen radio de comunicación, flotas, sistemas electrónicos de alarmas, cámaras, sistemas refinados de investigación, entre muchos más, y todo esto al servicio gratuito de las autoridades, yo me pregunto ¿por qué no se les utiliza? ¿Por qué no se les incluye en los planes de seguridad ciudadana?
Para hacer mas énfasis en mis cuestionamientos, debo recordar que un jefe policial dijo en una oportunidad que la seguridad privada prevenía cerca de un 30% de la delincuencia, y es porque era difícil imaginarse los bancos, las financieras, los colegios, las empresas en general, las zonas francas, los residenciales, las plazas comerciales, hoteles, resorts y hasta algunas instituciones del estado, entre muchas otras más, sin la seguridad preventiva que ofrecen las empresas de seguridad privada.
En una entrevista que sostuve cuando fui Presidente de la Asociación Dominicana de Empresas de Seguridad, con el Presidente Leonel Fernández en el año 2012, le expliqué la necesidad de que la seguridad privada formara parte de cualquier plan de seguridad en el que la prevención fuera la base de la acción, y este no solo estuvo de acuerdo si no que nos autorizó a realizar los contactos para que ello se logrará, pero la cercanía con el proceso eleccionario para elegir el nuevo presidente de la República dejó truncados esos esfuerzos.
Estoy convencido de que, para que las personas actúen de la forma en que uno requiere o pretende, no solo hay que motivarle económica y moralmente si no que también hay que involucrarle y hacerle parte de los fines que se pretenden.
Si la seguridad privada es uno de los subsectores que componen la seguridad del Estado, como ha sido planteado en algunos textos de seguridad, en varios foros y en congresos sobre seguridad realizados en el país y en el exterior, el dejarla fuera en cualquier plan de prevención en materia de seguridad ciudadana es desconocer la capacidad de acción que tiene el sector, y ofrece la desdichada oportunidad, que por no sentirse tomado en cuenta y comprometido oficialmente, pueda ser su base permeada y hasta corrompida, cosa esta que no se puede permitir bajo ningún concepto.
En materia de seguridad, dejar cabos sueltos y estructuras importantes sin considerar, es dar la oportunidad a que aflore y penetre por algún lado la inseguridad que se pretende controlar.
Autor: Bismarck Tavárez Caminero, asesor y consultor de seguridad privada. Presidente ejecutivo del Consejo de Directores de la Asociación Dominicana de Empresas de Seguridad, y de Grupo Guardiansa.
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